jueves, 14 de febrero de 2008

Radican en General Deheza la segunda Aduana de la provincia

Fuente: La Voz del Interior – Miércoles 13 de febrero de 2008

Dentro de los próximos 60 días comenzará sus operaciones en General Deheza –departamento Juárez Celman– la Aduana Córdoba Sur, la segunda unidad administrativa de este rango para el comercio exterior con la que contará la provincia.

El anuncio oficial de su constitución fue realizado por el director nacional de Aduanas, Ricardo Echegaray, durante una visita que realizó el último viernes a General Deheza, acompañado por el titular de la Regional Aduanera Córdoba, Gustavo Mingone; el jefe de Fiscalizaciones, Roberto Manías, el senador nacional por Córdoba Roberto Urquía y los intendentes de General Deheza, Carnerillo, Las Perdices y General Cabrera. Se sumaron a la bienvenida el presidente de la Cámara Argentina del Maní, Jorge Bossio, y el titular del Centro de Despachantes de Aduana de Córdoba, Domingo Mastrángelo. “La región centro-sur cordobesa necesitaba y se merecía una Aduana”, afirmó Echegaray y mencionó que su ubicación en el eje Las Perdices, Deheza, Cabrera, Carnerillo, representa un acierto logístico. La nueva ubicación facilitará la certificación y fiscalización de las exportaciones de un gran polo agroalimentario de la provincia, que concentra los envíos de aceites y derivados, maní, carnes y granos. La comitiva, integrada también por empresarios de la zona, visitó también el Operador Multimodal de Las Perdices para observar el funcionamiento de un moderno escáner de contenedores. La Administración Nacional de Aduanas adquirió recientemente 12 equipos móviles por un valor de 2,5 millones de dólares cada uno. Permiten detectar cualquier materia extraña en todo tipo de cargas.

domingo, 11 de noviembre de 2007

LA DEUDA INTERNA

Caminar diez años, atravesar la puerta del nuevo milenio, oír el grito de cacerolas vacías, "superar el infierno" para, simplemente, volver al "purgatorio" del cual se partió. Esa es la primera sensación que uno tiene al ver los datos que registran la distribución del ingreso en Argentina entre 1996 y 2007. Son muchos los discursos que durante esa década incorporaron el objetivo de "lograr una mayor equidad social" a través de una mejor "redistribución" de la riqueza.
Sin embargo, a la vuelta de página, los números que reflejan la brecha entre ricos y pobres siguen revelando una gran diferencia. De acuerdo a los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en octubre de 1996 el ingreso del 10 por ciento más rico de la población era de 36 veces superior al del décil más pobre. En el primer trimestre de 2007, la diferencia entre los polos había descendido a 30 veces. Es cierto, seis puntos en la economía de un país pueden ser importantes. Pero, son seis puntos en diez años. Si se observa el coeficiente de Gini -índice que fluctúa entre cero y uno, estableciendo para el cero una distribución del ingreso más igualitaria, y una distribución regresiva para valores cercanos a uno- se puede corroborar que el valor revelado por el Indec para el 1º trimestre de este año pasado supera en cinco décimas al de 1996.
En aquel año el coeficiente de Gini era de 0,485 puntos, mientras que a principios de 2007 llegó a 0,490.Si comparamos, ahora, el porcentaje que corresponde a cada décil en relación al ingreso total, también se verifica que los números no se modificaron. Hace una década el 10 por ciento más pobre recibía sólo el 1,6 por ciento de los ingresos; a abril de 2007 la participación en la torta había descendido al 1,2 por ciento. Es decir, una persona del primer décil "vive" con 73 pesos mensuales. Multiplicados por cuatro, de acuerdo a los parámetros de la familia tipo oficial que generalmente no es representativa de los hogares pobres, ese monto asciende a 292 pesos que apenas cubren un 65 por ciento de la Canasta Básica Alimentaria, valuada actualmente en 447,39 pesos. En la otra punta, en 1996 el sector más rico recibía el 36,3 por ciento del total mientras que hoy absorbe el 35,2 por ciento, lo que implica que una persona ubicada en este décil recibe por mes unos 2.201 pesos.
De acuerdo al estudio publicado a fines de 2006 por el World Institute for Development Economics Research (Wider) de la Universidad de las Naciones Unidas en Helsinski , en el mundo viven en situación de pobreza 2,8 mil millones de personas y la miseria abraza a unos 1,3 mil millones. No es desconocido que miles de millones de personas subsisten con menos de un dólar diario y que la mitad de la población mundial lo hace con sólo dos dólares.
Michael Kräte, analista político y económico que escribe para el semanario alemán Freitag, señala que desde el 1900 se amplió el hiato entre el nivel de ingreso medio en los países ricos del norte y los países pobres del sur, hasta llegar a una proporción de 1 a 4. "Un siglo después, en la era de la globalización -remarca el investigador- la proporción es de 1 a 30".

Argentina y el mundo


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En 1996, luego del efecto Tequila de diciembre de 1994, en Argentina la brecha entre ricos y pobres saltó del contraste de 19,78 veces registrado en 1995 a 36. En los siguientes diez años, la diferencia no descendió nunca a valores inferiores a los 30 puntos. Recordemos que en aquel año el coeficiente de Gini alcanzó los 0,485 puntos, la desocupación alcanzaba al 18,8 por ciento de la población y la pobreza al 27,9 por ciento. Es decir que, sobre un total de unos 38 millones de argentinos, más de siete millones estaban fuera del mercado laboral y más de diez millones no cubrían la Canasta Básica Total.
En el mundo, el panorama no era diferente. De acuerdo a datos relevados por el Banco Mundial, en 1996 Brasil registraba un coeficiente de Gini de 60 puntos (el B.M mide este índice con valores de entre 0 y 100) y mientras el décil más rico de su población recibía el 47,6 por ciento del ingreso total, el décil más postergado debía conformarse con apenas el 0,9 por ciento. En Chile el 10 por ciento de mayores recursos recibía el 46,9 por ciento de la torta y el 10 por ciento menos pudiente el 1,4 por ciento. En Bélgica, en cambio, para el mismo año se contabilizó un índice de equidad equivalente a 25 puntos: el décil inferior recibía el 2,9 por ciento del ingreso total del país y el décil superior se quedaba con el 22,6 por ciento. En tanto, para 1997, Estados Unidos registraba valores bastante más cercanos a los de nuestro país: con un índice de Gini en 40,8 puntos (según el B.M) el 10 por ciento más pudiente de su población recibía el 30,5 por ciento del ingreso y su 10 por ciento más pobre el 1,8 por ciento. El país del norte se configuraba, en materia de distribución, como el caso más desfavorable entre los países de ingresos altos.
En 1998, en Argentina el sector más pudiente seguía recibiendo 36 veces más que el sector más pobre, lo mismo que en 1996. Sin embargo, el coeficiente de Gini ascendió a 0,497 puntos y el estimador de actividad económica registró para ese año un crecimiento de un 3,9 por ciento. Desde entonces, y hasta el 2002, el Producto Bruto Interno (PBI) sufrió una caída del 20 por ciento. Y entre 1991 y 1999 la deuda externa ascendió de unos 61 mil millones a 145 mil millones de dólares.
En 2001, cuando la crisis abrazaba con su calor más intenso al pueblo argentino, el sector de mayor ingreso recibía 58 veces más que el sector del primer décil. La brecha entre los ricos y los pobres alcanzó su mayor curva de inequidad. La crisis había sumido al 38 por ciento de la población en la pobreza y al 13,6 por ciento en la indigencia. Para el 2002, el 57,5 por ciento de la población, más de la mitad de los argentinos, estaba bajo la línea de la pobreza y el 27,5 por ciento, más de un cuarto de los argentinos, bajo el umbral de la indigencia.
En el 2001 el décimo más pobre de los argentinos percibía el 1,3 por ciento del ingreso (para 2006 el porcentaje fue de 1,2), lo que equivalía a 72 pesos per cápita (hoy 64 pesos) por mes. En tanto el décil más rico percibía per cápita unos 1983 pesos, lo que implicaba que este sector se quedaba con el 36,4 por ciento del ingreso total. Hoy su participación es exactamente la misma, 36,4 por ciento, pero reciben per cápita unos 2012 pesos.

Después de las cacerolas

En el 2003, según el Estimador de Actividad Económica de Argentina, se logró un crecimiento del 8,8 por ciento rompiendo el retroceso que se vivía desde fines de 1999. Hasta hoy, el 2005 fue el año de mayor evolución positiva al registrar el desarrollo de la economía un alza de 9,2 por ciento en relación al año anterior. Desde entonces, los indicadores de pobreza y desempleo empezaron a bajar en valores de hasta diez puntos anuales gracias a la reactivación e implementación complementaria de los planes Jefas y Jefes de Hogar, como sustitución de empleo.
Sin embargo, la contracara se ve en la evolución de los precios al consumidor que puso al Gobierno nacional sobre la tapa de la cacerola. Para 2003, de acuerdo a los datos del Indec, el coeficiente de Gini había bajado a 0,509 puntos y los ricos eran 47 veces más ricos que los pobres. El primer décil recibía el 1,3 por ciento de ingreso lo que representaba un ingreso medio mensual de unos 77 pesos por persona. En tanto, el otro extremo se quedaba con el 36,4 por ciento de los recursos concentrando un ingreso mensual per cápita de 2154 pesos. Por entonces, el 48 por ciento de los argentinos era pobre y el 14,5 por ciento estaba sin un empleo.En el 2006, cuando el índice de pobreza alcanzó la tan mentada cifra de un dígito (8,7 por ciento) gracias a la consideración de los planes distribuidos por el Gobierno (si no superaría el 10 por ciento), la brecha entre ricos y pobres seguía siendo amplia: los más pudientes ganaban 31 veces más que las personas de escasos recursos y el coeficiente de Gini, como ya se mencionó, marcaba que la desigualdad entre los extremos seguía siendo igual a la de 1996.
El informe del Banco Mundial para el año pasado reconoce que "con excepción de África, América Latina y el Caribe es la región que presenta mayor desigualdad". De esta manera, se remarca que el 10 por ciento más rico de la región (conformado principalmente por aquellos que desembarcaron junto a las multinacionales) percibe 48 por ciento de los ingresos totales mientras que el 10 por ciento más pobre percibe sólo el 1,6 por ciento. En cambio, en los países industrializados, el 10 por ciento superior concentra el 29,1 por ciento de la torta y el 10 por ciento inferior el 2,5 por ciento.

La necesidad de cultura



El querer tocar el cielo con las manos a través de aquel sueño menemista de "remontar" a la Argentina al autodenominado Primer Mundo, nos sacudió en medio de una pesadilla en la que los impulsores del neoliberalismo en nuestro país no fueron los que sufrieron las desventajas. Aquel sueño dorado llevó a la aplicación de medidas de ajuste sin discutir sus consecuencias y sin analizar si el país, en todos sus ámbitos, estaba preparado para el cambio. Al menos en su carta de presentación, las nuevas reglas anunciaban sólo beneficios.A la vuelta de la esquina, aquellas medidas impulsadas por organismos internacionales llevaron a la pauperización de la clase media y a la profundización de la brecha entre ricos y pobres. Un efecto de anestesia social actuó sobre los argentinos: muchas más familias sólo pensaban en cómo poder vivir el día a día, se rompió aquella aspiración de superar la condición económica y cultural que caracteriza (por suerte todavía) a la clase media.
A principios del 2006, el mismo Banco Mundial reconoció que el crecimiento registrado en los países en desarrollo mientras implementaban programas de ajuste, no favorece a los pobres. Y agrega que durante la implementación de esos ajustes, el crecimiento fue menos favorable a los pobres que en las economías que no aplicaron aquellos programas. Esa conclusión del Banco Mundial claramente puede ejemplificarse con lo sucedido en nuestro país, donde en los últimos años la población ocupada aumentó y el PBI creció aceleradamente, pero la distribución del ingreso siguió concentrándose en el vértice superior de la pirámide social.
Incluso la mejora de los salarios registrada el año pasado no beneficia todavía a los más desprotegidos: si bien en 2006 los salarios informales crecieron un 21,9 por ciento, desde la devaluación en 2002 estos sueldos sólo se recuperaron un 67 por ciento mientras que los salarios formales crecieron un 130 por ciento.
John Week, investigador de la Universidad de Londres, afirmó que el crecimiento es un instrumento endeble para terminar con la pobreza y que cuando un país logra reducirla es porque cuenta con políticas claras para hacerlo. En la misma línea, se expresó Arne Bigsten, de la Universidad de Gotenburgo, Suecia, al señalar: "No existe una relación constante entre crecimiento y cambios en la desigualdad social. Los países que combinaron un rápido crecimiento con una mejor distribución de los ingresos lograron reducir la pobreza más rápidamente".

Revertir la situación



Sorpresivamente, en el Informe sobre el Desarrollo Mundial-2006 publicado por el Banco Mundial, se considera que compartir las oportunidades económicas y políticas también sirve como instrumento para el crecimiento y el desarrollo. Un comienzo para revertir la diferencia entre ricos y pobres en Argentina ya fue formulado por varios economistas: repensar el esquema tributario disminuyendo la carga impositiva que recae sobre el consumo (sostenido principalmente por las clases menos pudientes) y acentuando el que influye en las ganancias de los sectores altos. En 1997, la carga impositiva recortaba el 33,61 por ciento del ingreso de las familias pobres mientras que sólo incidía en un 25,28 por ciento en el ingreso del sector pudiente. Otra de las consideraciones a tener en cuenta, es el acceso a la educación.
La investigadora Natascha Weister, de la Universidad Keil de Alemania, afirmó que "la educación mejora los ingresos de los pobres no sólo indirectamente a través del crecimiento, sino en forma directa al proporcionar condiciones igualitarias para competir". Un informe difundido en octubre de 2006, titulado La situación laboral y social de la Argentina, realizado por Ernesto Kritz en base a datos de la EPH reveló que el principal factor que dificulta la contratación de empleados en el sector formal es, justamente, la "escasez de postulantes con competencias adecuadas".
La nueva ley de educación que impulsa la obligatoriedad del secundario requerirá un esfuerzo grande del Gobierno para que el 26,9 por ciento de la población que vive en la pobreza tenga ingresos seguros que le permitan alcanzar ese nivel educativo. Los planes Jefas y Jefes (que muchas se convierten en asignaciones arbitrarias de punteros políticos) pueden convertirse en subsidios que permitan obtener las herramientas para "aprender a pescar".
Es necesario que los gobiernos latinoamericanos abandonen la cultura de clientelismo y patronazgo que aún persiste, que comprendan que los tiempos del pueblo no son iguales a los tiempos políticos y que aunque los dirigentes cambien de nombre cada cuatro años la vida de la sociedad no se fragmenta en fracciones. Porque de nada sirve que un país crezca a niveles histórico si su gente sigue inmersa en un contexto de desigualdades y de restricciones para hacer valer sus derechos.
La mejor distribución del ingreso no sólo tiene que ser un objetivo sino que debe establecerse como una política de Estado para revertir la situación estructural de pobreza. Es necesario que el Estado vuelva a enfocarse en su meta de bien común y, como lo planteaba Aristóteles, sea quien asegure las condiciones materiales e intelectuales para que la población que vive en su territorio logre su crecimiento y desarrollo.

lunes, 22 de octubre de 2007

Técnicos argentinos asesoran a Ecuador en comercio exterior

Funcionarios de la Cancillería argentina transferirán conocimiento en comercio exterior a técnicos de Ecuador y asesorarán sobre la oferta exportable de ese país, como consecuencia de la firma de un memorándum entre ambos países.
Según informó la agencia Ansa, el subsecretario de Comercio Internacional de la Cancillería, Luis María Kreckler, declaró desde Quito que se trata de un hecho "inédito para la Argentina que por primera vez está exportando también conocimientos a países con los cuales tenemos una excelente relación". El funcionario argentino agregó, en conversación telefónica con la agencia local Telam, que "tras la visita de Correa (Rafael, el presidente de Ecuador) a la Argentina hace pocas semanas se firmó un memorándum de entendimiento sobre colaboración en materia de acciones de promoción comercial y el canciller Jorge Taiana nos instruyó para esta tarea".
De esta forma, los funcionarios dictarán un seminario destinado a sus pares del ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador, a partir de ahora, a cargo de las acciones de comercio exterior. Con este fin, diplomáticos argentinos realizaron previamente un cruce de información entre la oferta exportable de Ecuador, la potencial demanda argentina y la posibilidad de diversificación de esos productos en distintos mercados.
En este proyecto, participarán funcionarios de las áreas de Estrategia comercial, Análisis de mercado, Oferta exportable, Promoción comercial, Información comercial, y Normativa y logística.