martes, 18 de septiembre de 2007

Cuán argentina es nuestra carne


Ayer veía por televisión el nuevo comercial de un conocido restaurante cordobés en el que se destaca que “el kilo de carne argentina se vende a €25 en Europa”. Sin embargo, me preguntaba cuánto de todas esas ventas regresa al país con la embestida externa que están sufriendo los frigoríficos.
Hoy leía que el grupo brasileño Marfrig confirmó su intención de quedarse con el cien por ciento del jugoso frigorífico cordobés Estancias del Sur. Sí, el imperio de Luis Resio.
La semana pasada, la misma firma del país vecino presentó una oferta para comprar a Quickfood, la fabricante de hamburguesas Paty, uno de los mayores exportadores de carne argentina que, además, produce el 50 por ciento de los medallones que se consumen en el país.
En los últimos años, pesos pesados del sector a nivel mundial, principalmente de Brasil y Estados Unidos, adquirieron varias compañías locales: las norteamericanas Cargill y Tyson Foods compraron Finexcor (que controla Friar) y Carnes Pampeanas, respectivamente; la brasileña Marfrig adquirió AB&P (hasta ahora).
La mayor adquisición del sector en la Argentina había sido la compra de Swift Armour Argentina por parte del también brasileño Grupo JBS, más conocido por su marca Friboi. JBS, a través de Swift, compró dos plantas de faena y una fábrica de envases de CEPA.
Argentina muestra dos escenarios muy apetecibles para las firmas mundiales: por una parte, con un consumo anual per cápita de casi 65 kilos, es uno de los mercados internos más “sabrosos” para explotar; por otra, los frigoríficos locales concentran la mitad de la llamada Cuota Hilton, es decir, los cortes de mayor calidad y precio que compra la Unión Europea y a los que impone aranceles de importación más bajos.

viernes, 14 de septiembre de 2007

El peso de las Pyme

Siete de cada diez empresas que exportaron durante el 2006 fueron Pyme.

Así lo refleja un estudio realizado por la consultora Abeceb.com en el que se manifiesta que el año pasado las pequeñas y medianas empresas representaron el 72 por ciento de las firmas exportadoras. Sin embargo, según el mismo informe, la participación de las Pyme en el valor de las ventas cayó un 8,2 por ciento, dejando en claro las asimetrías con las grandes empresas.

Pero es importante tener en cuenta y valorar el impulso exportador de las pequeñas y medianas empresas porque su desarrollo influye positivamente en las economías regionales y, por ende, en la economía nacional.

La mayoría de las Pyme se encuentran ubicadas en el interior del país. En Córdoba, por caso, las firmas pertenecientes a este tipo de emprendimientos tienen sus sedes en pequeñas ciudades y localidades de la provincia. Su incidencia en el empleo es más que significante: muchas veces, una sola empresa, por la cantidad de mano de obra local que ocupa suele ser el motor económico de un pueblo.

Por otra parte, son precisamente las Pyme las que más tecnología aplican al proceso productivo y mayor valor agregado generan en el producto final. Para muestra, vale un botón: en la localidad de El Tío la firma Savant Pharm produce complejos farmacéuticos con y sin antibióticos, para ello dispone de dos plantas con laboratorios acordemente equipados y emplea a 200 profesionales; en Almafuerte, la empresa de los hermanos Barattero, RS&SP, fabrica sistemas de suspensión para autos de competición, provee a la multinacional Subaru y sus amortiguadores están presentes en Estados Unidos, Francia, España, Japón, Portugal, Ucrania, Alemania y otros países de Europa Central.

Estos ejemplos ilustran lo que afirma el informe de Abeceb.com: “A pesar de que las grandes firmas mejoraron la relación en los últimos cuatro años casi duplicando el valor agregado de sus ventas, el precio de sus exportaciones es aproximadamente la mitad del valor que generan los productos despachados por las Pyme”.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

“China no es un espejismo”

Cuando el gobierno argentino impuso barreras al ingreso de productos chinos, el reconocido economista, Lucio Castro, afirmó que el crecimiento experimentado por el gigante asiático es sustentable y, si es aprovechado, puede beneficiar a las industrias argentinas. A la vez remarcó que las medidas tomadas por Argentina complicarán los envíos a ese destino.

El “milagro chino”, como se conoce al auge económico que este país vive desde hace varios años, es el mayor crecimiento protagonizado en el mercado mundial. China crece a tasas de nueve por ciento desde hace 25 años: “Una evolución similar a la experimentada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial”, graficó Lucio Castro en su conferencia “China y el futuro de las economías provinciales argentinas” que se desarrolló el miércoles 21 de agosto.
Castro, ex secretario de Comercio Exterior de la Nación, explicó que de los 1,3 mil millones de habitantes que posee China, entre el 10 y el 15 por ciento tienen capacidad de compra, porcentaje que equivale a la población total de América Latina con la diferencia que en este continente no toda esa cantidad de personas tiene poder adquisitivo. Además, el país asiático concentra a 800 millones de trabajadores y cuenta con una reserva laboral que tardará en absorberse en más de una década, asegurando bajos salarios por un largo tiempo. Por estos motivos, la demanda de productos por parte de China se ha incrementado. “Hoy es el segundo comprador mundial de mercaderías y, con el 13,6 por ciento del PBI mundial, China es la segunda economía del mundo”, remarcó el ex funcionario del Banco Interamericano y del Banco Mundial.
Por otra parte, esta república se constituye como una economía abierta lo que facilita que actualmente sea el principal destino de la Inversión Extranjera Directa mundial (IED). Según Castro esto contribuye a que China mejore las condiciones de vida en ocho puntos durante los próximos 25 años y se asegure un crecimiento, como mínimo, del siete por ciento anual.

Su presencia en el mundo
El gigante asiático no sólo creció internamente sino que también duplicó su peso en el comercio mundial. China concentra hoy el 20 por ciento del consumo mundial de comodities (zinc, aluminio, niquel, azúcar, productos alimenticios), lo que generó un aumento del 60 por ciento en los precios de estas mercancías. Pero al mismo tiempo, la república popular generó un shock de oferta en manufacturas. “En 1992 representaba el tres por ciento de la oferta a nivel mundial, en 2004 esa proporción creció al ocho por ciento”, comparó Castro. De esta manera, se afectó los precios relativos mundiales que cayeron un dos por ciento en forma anual entre 1994 y 2004. Los pilares del crecimiento chino se basan en un bajo PBI per cápita, una alta tasa de ahorro que impulsa la inversión domésticas y un aumento de entre el 1,4 y 3,4 por ciento de la eficiencia. “En China se conjugó transpiración con inspiración –graficó Castro– ya que en poco tiempo pasó de exportar productos de baja calificación a desarrollar y vender maquinaria y productos electrónicos”.
Desde Argentina, se envía a este país entre el seis y el ocho por ciento de las exportaciones nacionales. En 2004, Córdoba vendió a ese destino el 15 por ciento de sus exportaciones y el año pasado el 12 por ciento. A pesar del peso de China en las ventas externas de las provincias argentinas, el valor agregado por tonelada es bajo y la oferta local esta concentrada en agroalimentos pertenecientes a la cadena sojera (aceites grasas) y en cereales.
De acuerdo a los datos brindados por el economista, el gigante asiático está modificando su matriz dietética ya que “su población reduce el consumo de alimentos con bajo nivel proteico y aumenta el consumo de carnes y productos con mayor valor agregado”. Se calcula que entre 1990 y 2000 se triplicó el consumo de cerdo y de carne bovina.
“Para las provincias argentinas esta situación es más una oportunidad que un desafío”, señaló Castro a la vez que afirmó que existe complementariedad de recursos entre ambos países: “China es un importador neto de productos agropecuarios y Argentina es un exportador neto de esta mercadería. El desafío es diversificar y aumentar el valor tecnológico en nuestras exportaciones e incorporar nuevas cadenas productivas en el mercado chino".
Las perspectivas para esta nueva potencia mundial siguen siendo buenas. En este sentido, si durante este año la economía norteamericana se desacelera, Asia crecería a tasas del seis por ciento. Y aún si la economía del país del norte no crece, China podría mantener sus tasas anuales en un nivel del ocho por ciento.
Para Castro, cubrir la demanda de este mercado emergente es una gran oportunidad: “Obliga al sector industrial a actualizarse tecnológicamente y a especializarse en productos de mayor valor agregado”. El economista señaló que el sector servicios es un nicho poco explorado en el que China demandó, en 2004, unos 155 millones de dólares. Otro de los rubros con potencialidad es el de turismo: se calcula que hay unos 12 millones de turistas chinos recorriendo el mundo.
“Hay que mirar este ciclo económico como una oportunidad pero también como un llamado de atención. Para cubrir la gran demanda de China habrá que aceitar la asociatividad entre empresas y los acuerdos de libre comercio. Esta es una oportunidad histórica que puede ser desaprovechada si no existen esfuerzos sistemáticos, estrategias planificadas e inversiones en educación, ciencia y tecnología”, finalizó Castro.