domingo, 11 de noviembre de 2007
Argentina y el mundo
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En 1996, luego del efecto Tequila de diciembre de 1994, en Argentina la brecha entre ricos y pobres saltó del contraste de 19,78 veces registrado en 1995 a 36. En los siguientes diez años, la diferencia no descendió nunca a valores inferiores a los 30 puntos. Recordemos que en aquel año el coeficiente de Gini alcanzó los 0,485 puntos, la desocupación alcanzaba al 18,8 por ciento de la población y la pobreza al 27,9 por ciento. Es decir que, sobre un total de unos 38 millones de argentinos, más de siete millones estaban fuera del mercado laboral y más de diez millones no cubrían la Canasta Básica Total.
En el mundo, el panorama no era diferente. De acuerdo a datos relevados por el Banco Mundial, en 1996 Brasil registraba un coeficiente de Gini de 60 puntos (el B.M mide este índice con valores de entre 0 y 100) y mientras el décil más rico de su población recibía el 47,6 por ciento del ingreso total, el décil más postergado debía conformarse con apenas el 0,9 por ciento. En Chile el 10 por ciento de mayores recursos recibía el 46,9 por ciento de la torta y el 10 por ciento menos pudiente el 1,4 por ciento. En Bélgica, en cambio, para el mismo año se contabilizó un índice de equidad equivalente a 25 puntos: el décil inferior recibía el 2,9 por ciento del ingreso total del país y el décil superior se quedaba con el 22,6 por ciento. En tanto, para 1997, Estados Unidos registraba valores bastante más cercanos a los de nuestro país: con un índice de Gini en 40,8 puntos (según el B.M) el 10 por ciento más pudiente de su población recibía el 30,5 por ciento del ingreso y su 10 por ciento más pobre el 1,8 por ciento. El país del norte se configuraba, en materia de distribución, como el caso más desfavorable entre los países de ingresos altos.
En 1998, en Argentina el sector más pudiente seguía recibiendo 36 veces más que el sector más pobre, lo mismo que en 1996. Sin embargo, el coeficiente de Gini ascendió a 0,497 puntos y el estimador de actividad económica registró para ese año un crecimiento de un 3,9 por ciento. Desde entonces, y hasta el 2002, el Producto Bruto Interno (PBI) sufrió una caída del 20 por ciento. Y entre 1991 y 1999 la deuda externa ascendió de unos 61 mil millones a 145 mil millones de dólares.
En 2001, cuando la crisis abrazaba con su calor más intenso al pueblo argentino, el sector de mayor ingreso recibía 58 veces más que el sector del primer décil. La brecha entre los ricos y los pobres alcanzó su mayor curva de inequidad. La crisis había sumido al 38 por ciento de la población en la pobreza y al 13,6 por ciento en la indigencia. Para el 2002, el 57,5 por ciento de la población, más de la mitad de los argentinos, estaba bajo la línea de la pobreza y el 27,5 por ciento, más de un cuarto de los argentinos, bajo el umbral de la indigencia.
En el 2001 el décimo más pobre de los argentinos percibía el 1,3 por ciento del ingreso (para 2006 el porcentaje fue de 1,2), lo que equivalía a 72 pesos per cápita (hoy 64 pesos) por mes. En tanto el décil más rico percibía per cápita unos 1983 pesos, lo que implicaba que este sector se quedaba con el 36,4 por ciento del ingreso total. Hoy su participación es exactamente la misma, 36,4 por ciento, pero reciben per cápita unos 2012 pesos.
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