miércoles, 12 de septiembre de 2007

“China no es un espejismo”

Cuando el gobierno argentino impuso barreras al ingreso de productos chinos, el reconocido economista, Lucio Castro, afirmó que el crecimiento experimentado por el gigante asiático es sustentable y, si es aprovechado, puede beneficiar a las industrias argentinas. A la vez remarcó que las medidas tomadas por Argentina complicarán los envíos a ese destino.

El “milagro chino”, como se conoce al auge económico que este país vive desde hace varios años, es el mayor crecimiento protagonizado en el mercado mundial. China crece a tasas de nueve por ciento desde hace 25 años: “Una evolución similar a la experimentada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial”, graficó Lucio Castro en su conferencia “China y el futuro de las economías provinciales argentinas” que se desarrolló el miércoles 21 de agosto.
Castro, ex secretario de Comercio Exterior de la Nación, explicó que de los 1,3 mil millones de habitantes que posee China, entre el 10 y el 15 por ciento tienen capacidad de compra, porcentaje que equivale a la población total de América Latina con la diferencia que en este continente no toda esa cantidad de personas tiene poder adquisitivo. Además, el país asiático concentra a 800 millones de trabajadores y cuenta con una reserva laboral que tardará en absorberse en más de una década, asegurando bajos salarios por un largo tiempo. Por estos motivos, la demanda de productos por parte de China se ha incrementado. “Hoy es el segundo comprador mundial de mercaderías y, con el 13,6 por ciento del PBI mundial, China es la segunda economía del mundo”, remarcó el ex funcionario del Banco Interamericano y del Banco Mundial.
Por otra parte, esta república se constituye como una economía abierta lo que facilita que actualmente sea el principal destino de la Inversión Extranjera Directa mundial (IED). Según Castro esto contribuye a que China mejore las condiciones de vida en ocho puntos durante los próximos 25 años y se asegure un crecimiento, como mínimo, del siete por ciento anual.

Su presencia en el mundo
El gigante asiático no sólo creció internamente sino que también duplicó su peso en el comercio mundial. China concentra hoy el 20 por ciento del consumo mundial de comodities (zinc, aluminio, niquel, azúcar, productos alimenticios), lo que generó un aumento del 60 por ciento en los precios de estas mercancías. Pero al mismo tiempo, la república popular generó un shock de oferta en manufacturas. “En 1992 representaba el tres por ciento de la oferta a nivel mundial, en 2004 esa proporción creció al ocho por ciento”, comparó Castro. De esta manera, se afectó los precios relativos mundiales que cayeron un dos por ciento en forma anual entre 1994 y 2004. Los pilares del crecimiento chino se basan en un bajo PBI per cápita, una alta tasa de ahorro que impulsa la inversión domésticas y un aumento de entre el 1,4 y 3,4 por ciento de la eficiencia. “En China se conjugó transpiración con inspiración –graficó Castro– ya que en poco tiempo pasó de exportar productos de baja calificación a desarrollar y vender maquinaria y productos electrónicos”.
Desde Argentina, se envía a este país entre el seis y el ocho por ciento de las exportaciones nacionales. En 2004, Córdoba vendió a ese destino el 15 por ciento de sus exportaciones y el año pasado el 12 por ciento. A pesar del peso de China en las ventas externas de las provincias argentinas, el valor agregado por tonelada es bajo y la oferta local esta concentrada en agroalimentos pertenecientes a la cadena sojera (aceites grasas) y en cereales.
De acuerdo a los datos brindados por el economista, el gigante asiático está modificando su matriz dietética ya que “su población reduce el consumo de alimentos con bajo nivel proteico y aumenta el consumo de carnes y productos con mayor valor agregado”. Se calcula que entre 1990 y 2000 se triplicó el consumo de cerdo y de carne bovina.
“Para las provincias argentinas esta situación es más una oportunidad que un desafío”, señaló Castro a la vez que afirmó que existe complementariedad de recursos entre ambos países: “China es un importador neto de productos agropecuarios y Argentina es un exportador neto de esta mercadería. El desafío es diversificar y aumentar el valor tecnológico en nuestras exportaciones e incorporar nuevas cadenas productivas en el mercado chino".
Las perspectivas para esta nueva potencia mundial siguen siendo buenas. En este sentido, si durante este año la economía norteamericana se desacelera, Asia crecería a tasas del seis por ciento. Y aún si la economía del país del norte no crece, China podría mantener sus tasas anuales en un nivel del ocho por ciento.
Para Castro, cubrir la demanda de este mercado emergente es una gran oportunidad: “Obliga al sector industrial a actualizarse tecnológicamente y a especializarse en productos de mayor valor agregado”. El economista señaló que el sector servicios es un nicho poco explorado en el que China demandó, en 2004, unos 155 millones de dólares. Otro de los rubros con potencialidad es el de turismo: se calcula que hay unos 12 millones de turistas chinos recorriendo el mundo.
“Hay que mirar este ciclo económico como una oportunidad pero también como un llamado de atención. Para cubrir la gran demanda de China habrá que aceitar la asociatividad entre empresas y los acuerdos de libre comercio. Esta es una oportunidad histórica que puede ser desaprovechada si no existen esfuerzos sistemáticos, estrategias planificadas e inversiones en educación, ciencia y tecnología”, finalizó Castro.

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